CONVOCATORIA PARA EL PROXIMO EXAMEN DE ADMISION
La "Academia de Prostitución Gay" anuncia que están abiertas las inscripciones para su próximo examen de admisión.
Requisitos para postular:
· Tener entre 18 y 25 años.
· Gustar mucho del sexo.
· Tener un buen físico.
· Ser muy ambicioso.
Programas ofrecidos:
Programa de Activos con énfasis en cursos y talleres: donde se enseñan las mejores técnicas para follar, dar placer con el guebo y dominar sexualmente.
Programa de Pasivos con énfasis en cursos y talleres: donde se enseñarán las mejores técnicas para ser follado, dar placer con la boca y el culo y ser sometido sexualmente.
Los estudiantes de ambos programas recibirán cursos sobre: tipos de clientes, relaciones entre sexo, dinero y poder. técnicas de control de orgasmos y como promocionar y vender sus cuerpos, en el mercado de la prostitución y la pornografía.
Proyección a Futuro: Todos los graduados saldrán con un puesto de trabajo asegurado en Burdeles o Agencias de países del primer mundo, pues como parte de la "XXX" Adult Network Inc., una poderosa corporación internacional dedicada al negocio del entretenimiento para adultos, la Academia de Prostitución Gay se encuentra en una posición privilegiada para ofrecer a sus alumnos, todas las visas y permisos necesarios para trabajar en los mercados más competitivos.
Duración de los estudios: Tres meses a tiempo completo (internado).
Los interesados pueden escribir a la Academia solicitando un folleto con información detallada.
Primer Capítulo –
¡Muévanse cabrones! - gritó el Doberman. ¡Los quiero a todos encueros en menos de un minuto!
Quinientos hombres se desvestían metiendo tontamente su ropa y sus pertenencias en el saco que le habían dado a cada uno. José Miguel nunca había visto a tantos hombres desnudos juntos. Habían llegado, como él, de todos los rincones del país para someterse al examen de ingreso de la 'Academia de Prostitución Gay'. Algunos habían viajado hasta 6 horas desde ciudades lejanas para poder llegar a tiempo. Muy pocos habían tenido la posibilidad de darse un baño o afeitarse antes de presentarse temprano esa mañana. José Miguel no pudo evitar inhalar profundamente y sentirse embriagado. Olía a hombre, a animal, a una mezcla de sudor, con semen, con orina. Olía a sexo, a sexo de hombre.
Un chico de Jarabacoa rubio y de ojos verde se bajaba los pantalones. ¡Ese culo está como para explotarlo!, pensó José Miguel. Un santiaguero igualito a Ricky Martin que se quitaba los zapatos a su lado, le sonrió como si le hubiese leído el pensamiento. ¡Y esa boca está como para que me dé la mamada del siglo!, se dijo José Miguel mientras le devolvía la sonrisa. Un poco más allá un indio de San Pedro de Macorís se rascaba los granos. ¡Qué tales cojones! ¡Parecen de toro! José Miguel sintió que el guebo se le ponía duro, y no era el único. La visión de tantos guebos y tantos culos, había puesto cachondos a la mayoría. Un mulato puertorriqueño se la sobaba descaradamente. ¡Coño! ¿Ese guebo es de hombre o de caballo?, se preguntó asombrado José Miguel.
¡Apúrense, coño! Volvió a gritar el Doberman-. ¡No parecen bugarrones sino señoritas!
José Miguel terminó de meter su ropa en el saco y le hizo un nudo. Miró a su alrededor: ¡Qué manada de machos espléndidos! se dijo a sí mismo. ¡Mercancía de primera para el negocio del sexo!
Pronto todos estuvieron completamente desnudos, todos menos el Doberman y sus asistentes. El Doberman vestía completamente de cuero negro. Llevaba la chaqueta abierta mostrando el musculoso pecho cubierto de vello, y los pantalones ajustados marcando un descomunal guebo. Los asistentes solo llevaban unos pequeños taparrabos triangulares, que casi no les podían cubrirles las bolas y los enormes guebos.
¡Activos a la izquierda y pasivos a la derecha! - gritó el Doberman. Los postulantes se desplazaron desordenadamente por todo el recinto. José Miguel se abrió paso por entre los cuerpos desnudos moviéndose hacia la izquierda.
Había un gran nerviosismo en el ambiente. Todos, sabían que el cupo era sólo para cincuenta activos y cincuenta pasivos, y se observaban unos a otros tratando de medir sus posibilidades. Algunos hacían ejercicios para marcar mejor los músculos de sus cuerpos.
El Doberman iba de postulante en postulante. Huele como un animal, pensó José Miguel cuando se le acercó. Sintió que sus manos le jalaban los hombros hacia atrás. Uno de los asistentes le dibujó el número 34 sobre el pecho con un marcador. Otro de los asistentes se llevó el saco con sus pertenencias. ¡El siguiente! - gritó el Doberman.
Dos cuerpos enormes se plantaron ante él. Eran dos hermanos gemelos idénticos como dos gotas de agua. Tenían unas musculaturas espectaculares. Los pectorales, bíceps, tríceps, abdominales, glúteos, muslos y pantorrillas, se les marcaban de manera formidable con cada uno de los movimientos que hacían. Tenían las espaldas muy anchas y las caderas estrechas. Las piernas parecían columnas capaces de sostener edificios enteros. José Miguel calculó que debían medir alrededor de 6 pies y pico. El vello que les cubría las piernas y el pecho era tan negro y abundante, que el Doberman tuvo que dibujarles los números en las espaldas. Tenían la piel morena y los ojos verdes. La expresión de los rostros era tosca, incluso agresiva. Hablaban con un fuerte acento cibaeño entre ellos, y mientras lo hacían, se tocaban y acariciaban el uno al otro con la mayor naturalidad.
Tenían un par de guebos espectaculares, enormes e idénticos. Aun estando flácidos se veían inmensos, largos, gruesos, con unas cabezas brillantes y poderosas. Los cojones también colgaban de manera descomunal, creando un conjunto que era todo un alarde de poder y de belleza, y, además, en partida doble.
José Miguel estaba hipnotizado con la imagen. No les podía sacar los ojos de encima. Los gemelos se percataron de la manera en que estaban siendo observados y comenzaron a mirar a José Miguel ellos también. Uno le dijo algo al oído al otro y José Miguel notó que le miraban el culo. Se sintió incómodo y buscó instintivamente algo con qué cubrirse. No lo encontró, así que decidió alejarse de ellos caminando hacia el fondo del salón. Los gemelos seguían mirándole el culo.
¡Número 34! - gritó un asistente desde la puerta. A José Miguel se le heló la sangre. Era su turno. Se arregló el cabello y se humedeció los labios con la lengua. ¡Numero 34! - volvieron a llamarlo. ¡Ya voy! - contestó.
Salió corriendo. El asistente lo guio por un largo pasadizo que desembocó en un enorme salón. En una de las paredes, enmarcada por una imponente estructura, había una gran puerta de acero. José Miguel sintió escalofríos. Sabía que, al otro lado de esa puerta, estaba reunido el jurado que lo evaluaría.
Espera acá - le dijo el asistente mientras desaparecía por una puerta lateral.
José Miguel dio una nerviosa mirada alrededor. En dos de las paredes había inscripciones hechas en relieve sobre el concreto. Una decía: "Juventud + Belleza + Profesionalismo + Técnica = ÉXITO", y la otra "La prostitución es un trabajo no un delito".
Vamos. Te están esperando - le oyó decir al asistente.
A José Miguel se le hizo un nudo en el estómago. Respiró hondo y vio cómo se abrían las dos hojas de la imponente puerta.
El espacio que apareció ante él estaba completamente oscuro. Mientras avanzaba guiado por el asistente, José Miguel sintió como sus pies se hundían en una suave alfombra. Alguien chasqueó los dedos de una mano y un reflector se encendió. El cuerpo de José Miguel se iluminó con la potente luz. El asistente se retiró dejándolo completamente solo. José Miguel hizo un esfuerzo por tratar de ver algo, pero no pudo, el reflector lo cegaba completamente.
Abre más las piernas y cruza los brazos tras la espalda - le escuchó decir a una voz grave, José Miguel hizo lo que le ordenaban.
Levanta un poco más el mentón. Queremos ver bien tu cara.
Era la misma voz, una voz que parecía acostumbrada a dar órdenes y a ser obedecida inmediatamente.
José Miguel levantó el mentón como le ordenaban. Siguieron unos minutos en completo silencio. José Miguel sintió que varios pares de ojos evaluaban cuidadosamente cada uno de sus atributos.
¡Medidas! - ordenó la misma voz.
Inmediatamente dos asistentes corrieron hacia José Miguel. Llevaban una cinta para medir.
Estatura: "Un metro con ochenta centímetros". - dijo uno de los asistentes. Espalda: "Sesenta centímetros" - dijo el primero. Brazos: 'Treinta y siete centímetros". Muslos: "Cincuenta y seis".
José Miguel escuchó como alguien ingresaba sus datos en una computadora. Le sorprendió que no dejasen un solo lugar de su cuerpo sin medir: el pecho, el cuello, las caderas, las palmas de las manos, la longitud de los dedos, los tobillos, los empeines, las orejas...
De pronto sintió que uno de los asistentes le ponía la mano entre las piernas cogiéndole los cojones.
Tamaño de los testículos: "B-1" - dijo el asistente. Luego los frotó por un par de segundos y agregó: Textura: "A-3".
Inmediatamente después, el otro asistente, le cogió el guebo y lo comenzó a masturbar. A José Miguel se le paró casi instantáneamente.
Capacidad de reacción del pene al estímulo táctil: "A-3", dijo el asistente.
Luego le presionó el guebo con la mano. Grado de dureza: "A-4".
El primer asistente le puso un dedo en el glande y empujó hacia abajo. El guebo de José Miguel volvió a levantarse. Angulo de erección: "A-3" - dijo el otro asistente. José Miguel vio como colocaban un extremo de la cinta en la base de su guebo, y medían cuidadosamente el largo que tenía hasta la cabeza del glande. Longitud de pene: "Siete pulgadas y media".
De pronto José Miguel sintió que se hacía un silencio absoluto en la sala. Los dos asistentes quedaron paralizados, mirándose el uno al otro sin saber qué hacer. La tensión se podría haber cortado con un cuchillo.
¡No califica! - dijo de manera autoritaria la voz grave con acento alemán. ¿Có... cómo? ¿Por qué? - tartamudeó José Miguel.
Se requiere un mínimo de ocho pulgadas y media de longitud de pene, para ser aceptado en el Programa de Activos - dijo otra de las voces del jurado.
José Miguel estaba completamente aturdido ¡Tenía que haber un error! ¡No podía ser que fuese rechazado sólo por el tamaño de su guebo!
Que pase el próximo- dijo una tercera voz.
Los dos asistentes lo empujaron hacia la puerta. José Miguel vio cómo todo se oscurecía nuevamente a su alrededor.
¡Un momento! - dijo la voz con acento alemán.
Inmediatamente los asistentes se detuvieron.
Colóquenlo nuevamente bajo el reflector.
Continuará........
Relato robado adaptado al dominicanismo.